jueves, 4 de junio de 2015

Bernabé y su primera reseña literaria.


 A propósito de la publicación de "Bernabé. Memorias de un amor dislocado". Copio, brinco en una pata y pego la reseña que escribieran en Plaza de Autores para mi primera novela infantil.

Bernabé
Memorias de un amor dislocado
Autora: Jenny Pineda
Ilustradora: Nerina Canzi
Sello: Sudamericana | Editorial Penguin Random House

Una invitación tentadora e  ineludible abre este texto: “Imagínese que llueve, cielo gris, frío, uuuy qué frío, hay gotas de las gordas, gotazas, pobres tejas. ¿Se fijó en las tejas, en sus tejas, en los colores de sus tejas? ¿Nooooo? ¿Síííííííí? ¿De qué color las tejas? ¿Y se pasean gatitos como en las mías? Sí, ya sé, que qué pasó con el cuento, que a qué horas vamos a empezar y todo eso… Pasa que en este cuento llueve mucho, y hay gotas gordas y tejas de barro, uno que otro gato y una señora con bigote llamada Georgina…”

Así el pacto con el lector se formula desde la primera línea, la complicidad y lo necesario de su presencia es una convocatoria sostenida, plena de humor y de cercanía. Este específico andar aligera y compromete la lectura a un mismo tiempo. Mucho más si consideramos que a esta historia de amores se le suman el hambre y la muerte desde el principio mismo. Más aún si pensamos que el humor ronda todo el relato. Y un poco más todavía, si a tanta desventura y tanto disloque, le sumamos ingredientes tan opuestos en principio como parecen ser lo prosaico y lo poético.

Bernabé y la siamesa blanca, Natalia y Georgina, Bernabé y Lautaro, Gertrudis y Lucía  y un barrio espejado en una serie de anuncios, Malicia y el gallo tapatío, Bernabé, gato hambriento, poeta y con tristezas de amor: pares de nombres, realidades opuestas, juegos complementarios.
La historia de Bernabé, “gato mojado muerto rojo triste tímido libanés intolerante a la lactosa” desde casi las primeras páginas, es un racconto de película, una retrospectiva de buena literatura, con un desafiante manejo del lenguaje y de las miradas, con amorosos vínculos entre una abuela y su nieta (y viceversa en igual proporción), con disputas humanas, con pertenencias e identidades en juego.

Breve, original, con materia temática fuerte que la autora logra transformar en animada y ágil  literatura. El libro cuenta con las ilustraciones de Nerina Canzi, las que recrean tonalidades y con humor aportan nuevos matices poéticos. El diseño y la edición toda siguen compasadamente el ritmo y la riqueza del texto.

Una historia para chicos (y como todas las buenas historias, también para grandes) que merece habitar un espacio entre las nuevas lecturas.

Plaza de Autores 2014. 




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